EL VELO Y NUESTRO ORDEN PÚBLICO

Es preocupante ver cómo, en relación con la cuestión del velo islámico, se ha instalado un nuevo discurso políticamente correcto en determinados ámbitos culturales y políticos: lo tolerante es permitir el uso del velo, y lo intolerante, prohibirlo. El problema del velo es sencillo. Son muchos los tipos de velo y muchas son las razones que se dan para defender su uso: religiosas, identitarias, culturales, etcétera. Pero sólo hay una respuesta a todas ellas: no permitir su uso.


El velo es un símbolo de la religión islamista. Pero además, en nuestros tiempos, se ha convertido en la bandera de un movimiento político, o más precisamente, del islam político. El velo es el símbolo del poder islámico. Donde quiera que los islamistas obtienen poder, allí fuerzan a las mujeres a llevar el velo, como un símbolo de su victoria y de su supremacía.El Islam consagra un modelo de organización social y político. En el ámbito social, propugna una convivencia basada en la sumisión de la mujer al marido. El islam, es una ideología misógina, es la emanación directa del más genuino patriarcado. El islam, en particular, debido a su idiosincrasia, penetra en todos los aspectos de la vida privada y pública de hombres y mujeres. Una mujer, de acuerdo con el islam, es una extensión del hombre y un súbdito de éste. Carece de una identidad independiente y es definida en función de su señor.


Los inmigrantes islamistas traen consigo su modelo social y político y sus símbolos representativos. El problema es que en Europa, todos los países tienen su propio modelo que en lo social pasa por la igualdad entre hombres y mujeres y en lo político por una autoridad superior: la democracia. El hecho de que en la mayoría de los países como el nuestro, sus Constituciones reconozcan entre una serie de libertades, la libertad religiosa no afecta nada a la cuestión. En nuestro sistema legal, todo derecho o libertad, y por tanto también la libertad religiosa tiene entre otros limites nuestro orden publico. El orden publico lo integran el conjunto de valores fundamentales que rigen nuestra organización social. Entre esos valores se encuentra la libertad, en sentido amplio, y la igualdad consagrada en el articulo 14 de la Constitución.


El velo representa un modelo de convivencia social que no es compatible con una sociedad libre e igual como la nuestra. Las razones para rechazarlo no debe un laicismo rancio como el francés, sino el ORDEN PUBLICO. Hacer desaparecer el velo, equiparando de forma rancia símbolos religiosos ( la cruz de Cristo y el velo) y negando un principio nacido en la Europa del siglo XVI y que recogen hoy todas las constituciones y declaraciones de derechos modernos: la LIBERTAD RELIGIOSA PÚBLICA, es totalitario, superficial y revela complejos.No se trata de juzgar o valorar las creencias puramente religiosas de nadie, ni de potenciar o mitigar un choque entre culturas, sino de la observancia estricta de los derechos y deberes que se derivan del conjunto de valores que hemos adoptado libremente en Europa. Porque la primera lección es que todos somos iguales y que nos podemos mirar a la cara limpiamente cuando hablamos.