"..............Vaya desde aquí el sentido pésame de quienes hacemos El Confidencial a la familia del finado, sumida hoy en el trance por el que pasan todas las familias que pierden un ser querido. Dicho lo cual, que nadie espere de nosotros que nos incorporemos al coro del general elogio que en España suele acompañar los restos de aquellos que, con algún renombre, dicen adiós al mundo, aunque su vida no haya sido precisamente ejemplo de virtudes personales y cívicas. Nadie nos hallará en el muro de las lamentaciones del cinismo generalizado que caracteriza a una sociedad española, tan refractaria a la verdad. Estamos aquí para decir lo que pensamos, lo cual, por otro lado, es lo que hemos dicho y pensado siempre, a riesgo de parecer injustos a pusilánimes de turno, tan abundantes por estos pagos.
Decir algo nuevo sobre Jesús Polanco a estas alturas no es tarea fácil, porque todo, o casi, está dicho. Cabe, sin embargo, insistir en la singularidad política de un Polanco convertido en metáfora o quintaesencia de la doliente democracia española. Miembro en su juventud del Frente de Juventudes (centuria García Morato) franquista, Polanco hermanó de forma natural con aquellas Cortes camisa azul que, en virtual harakiri, fueron capaces de saltar de la dictadura a la democracia sin solución de continuidad. Lo extraordinario de este hombre bajito, de ademanes rudos, dotado de una gran inteligencia natural, apasionado del dinero y poco cultivado, es que iba a darse cuenta muy pronto de que aquella democracia sin demócratas, fieles seguidores de la servidumbre voluntaria que decía Etienne de la Boétie, en cuya cúspide se instaló un Rey ungido por el dedo de Franco, iba a convertirse en lo que, 30 años después, lamentablemente es: una democracia meramente formal carcomida por la corrupción más espantosa, con una Justicia domesticada por el poder político, unos medios de comunicación al servicio de los negocios del editor de turno, y un horizonte donde todo está en almoneda, empezando por la propia la idea de España tal como se ha conocido en los últimos siglos.
Muy pocos de los que le acompañaron en la aventura del Grupo Prisa fueron capaces de intuir que aquel hombre iba derecho a convertirse en el hombre más influyente del país, un verdadero poder fáctico catapultado por los ancestrales miedos de la inexistente sociedad civil española, miedos genuflexos renovados cada día ante el altar de ese cañón Bertha –“Este va a ser mi cañón Bertha”, había dicho muchas veces a sus socios, antes de que los enviara a todos al infierno- que es “El País”. Ese ha sido el gran secreto de Polanco: haber utilizado el diario como arma disuasoria capaz de infundir miedo y respeto –particularmente entre la clase política y los poderosos de la comunidad empresarial y financiera- a una sociedad acollonada por el franquismo, que sigue lejos de las pautas de comportamiento que distinguen a toda sociedad abierta.
Prototipo de empresario franquista
Hombre con pocos escrúpulos morales (“el que se me enfrente que se vaya de España”), el epitafio de Jesús Polanco podría resumirse en una frase un tanto lapidaria pero real como la vida misma: “Hizo de la libertad un negocio”. Utilizó las libertades surgidas tras la muerte de Franco para construir, al amparo del Gobierno de turno, el mayor emporio de comunicación y entertainment de habla hispana. Siempre a la sombra de Moncloa, fuera socialista o popular su inquilino. Forzando la Ley hasta donde fuera menester. Su último y alegal capricho, años después de aquel majestuoso “en este país no hay cojones para negarme a mí una televisión”, ha sido La Cuatro, esta vez con el plácet del Gobierno Zapatero. Jesús Polanco no hizo nunca un solo negocio respetando las reglas de un mercado abierto y en libre competencia. En este sentido, Polanco ha sido el prototipo de empresario franquista, típico ejemplar de economía intervenida donde negocios y licencias dependen del favor del Poder político.
Lo explicó un día –junio del 92- en su finca de Valdemorillo, ante una taza de porcelana inglesa de humeante café:
-Es que estoy negociando la compra del paquete que me falta para hacerme con el 100% de la SER, y Solchaga se está poniendo muy pesado con el precio. Ya verás como con unos cuantos editoriales entra en razón.
Entró. Y es que una de las singularidades de la vida española ha sido -sigue siendo- el extraño maridaje, incomprensible en cualquier democracia occidental, existente entre el Partido Socialista y uno de los hombres más ricos del país, hasta el punto de que continúa siendo un enigma inescrutable la vieja propuesta de si Prisa es del PSOE o es el PSOE de Prisa. El PSOE en un puño y en el otro una cuña, ratos y gallardones, que llega hasta el corazón mismo del PP. Ese patronazgo sobre el 100% del partido del poder y el 50% sobre el primer partido de la oposición es entente contra natura, inaceptable en términos de un Estado de Derecho, que hoy se yergue como uno de los grandes obstáculos para la renovación del socialismo y la regeneración de nuestra democracia.
Fue Mari Luz Barreiros la que ayudó a este hombre “todo rencor y todo vanidad”, según definición que de él hiciera García Trevijano, a entrar en los salones de la nobleza madrileña. Él no conocía a nadie en ese mundo, y para eso sí valió la niña de la dulce sonrisa. De meterlo en Palacio se encargó Mario Conde, otrora amigo, cuyas cenizas esparció luego en plaza pública. “El que me hecha un pulso, lo pierde”. Don Jesús se convirtió después en uno de los grandes amigos del Monarca -nunca, cierto, en amigo de francachelas-, el primero en felicitarlo tras el discurso de Navidad, pero al tiempo la primera amenaza de desestabilización que se yergue frente a Palacio.
Más abogados que periodistas a su servicio
Hay quien dice que el ocaso de nuestro Ciudadano Kane, que presumía de tener a su servicio “más abogados que periodistas”, comenzó a perfilarse el día, finales de 2003, en que Mari Luz Barreiros decidió coger el portante y abandonarle. “Estoy con Mari Luz porque es la única de la que me consta que no le interesa mi dinero: tiene tanto como yo”. Las cuitas hablaron de “problemas insalvables de comunicación”. Suprema ironía tratándose del primer editor del país. Como dice el protagonista de Los Buddenbrook, “sé que con frecuencia los indicios del encumbramiento aparecen cuando en realidad todo camina ya hacia el ocaso”. Una bofetada que dejó profunda herida en el orgullo del hacedor de famas. Mari Luz terminó por entender que “no hay vacaciones posibles en el amor”, que dijo Marguerite Duras, y decidió abandonar su jaula de oro y emparentar de nuevo con la cultura y el refinamiento, dispuesta a vivir “más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios” (Borges). En busca del tiempo perdido.
En los últimos tiempos, don Jesús se fue convirtiendo en un tipo con tendencia a los ataques de cólera, como bien sabe Mariano Rajoy, tan culturalmente limitado como siempre, pero más convencido que nunca de que en esta democracia sin demócratas el pavor a las negritas es un tipo de interés que cotiza muy alto en la bolsa de valores del miedo a la libertad. Alejado de sus amigos de juventud, perdió la cabeza convencido, tras ganar su particular pulso con Aznar -que acabó por servirle en bandeja el monopolio de la televisión digital-, del poder de fuego de los diversos Berthas que integran su parque mediático.
Víctima de insalvables contradicciones, como la que hoy representa El País convertido en un simple periódico de partido, siendo así que el líder de ese partido ha decidido montar su propio grupo de comunicación amigo, Jesús Polanco Gutiérrez ha sido un hombre que ha hecho mucho daño a España. Entendámonos: a esa nación liberal que durante un tiempo pareció haber superado la dramática fractura de Las dos Españas, a la España abierta reñida con la corrupción, regida por el principio de la igualdad de todos ante la Ley (él, que reclamó Justicia y Fisco aparte), la separación de poderes, la radical delimitación entre lo público y lo privado, la solidaridad entre los españoles, etc.
Una sola palabra suya hubiera sido suficiente para impedir la deriva de este Gobierno hacia la balcanización, a plazo fijo, de España. Prefirió seguir medrando, a la sombra del inmenso poder de intimidación acumulado, convencido él y los suyos de que sus negocios seguirán viento en popa con dos, doce o veintidós países en la Península Ibérica. “España le debe mucho a Jesús Polanco”, escribía ayer su eximio capataz, Cebrián, adalid del “hay que caminar decididamente hacia el Estado federal o confederal”. Justo lo contrario: es Jesús Polanco quien se lo debe todo a España. Descanse en paz".
4 comentarios:
Con la imprevista Ley General de Educación (1970) de Villar Palasí, Santillana (de Polanco) fue la única editorial que tenía los libros listos a tiempo, de manera que los libros de texto del curso escolar 1970/1971 fueron un gran exito económico para el bolsillo de nuestro amigo.
Ya dice el refrán "ningún perro muerde la mano que le da de comer"... aunque no tardó hacerlo ;-)
Bueno que se lleve tanta paz como dejó.
Saludos. Te he enlazado en mi blog, Blog Nacional:
http://www.blognacional.blogspot.com/
Y luego fue tirando de la calumnia y de la amenaza.
Gracias Wicek,haremos lo mismo.Saludos
Yo vuelvo a insistir en lo ya comentado;Polanco ha sido un personaje siniestro y dañino para la democracia,para nuestro pais y su futuro más próximo.
Su Imperio fue participe principal y cómplice del golpe de Estado que se fraguó entre el 11 y el 14 de Marzo del 2004.
Al calor de sus editorialistas,se ha fraguado la locura nacionalista,han encontrado cobijo el guerracivilismo y la revancha,el sectarismo más atroz,las demostraciones más obscenas de poder bananero como lo acontecido con el juez Gómez de Liaño.
Este año,San Martín ha sido en Julio.
Polanco fue todo un personaje. La pregunta que queda ahora hacer es si muerto Polanco, ¿ha muerto el Polanquismo?. El tiempo nos lo dirá.
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